La libertad en las alas

La libertad en las alas

Eterno amor

Eterno amor

Ya no está la soberbia
de ningún alma en juego.

Están esos corazones,
que laten,
con impaciencia natural,
con la frescura,
de una imperativa necesidad.

 Es ese sentir,
que los une,
y los vuelve únicos.

Se han encontrado
en esta vida,
ya eso es mucho que decir.

No hay melancolía barata
ni filosofía acertada,
cuando hablamos del amor.

Quizás este, sea el mejor momento,
para que actúe la intuición.

Explota el alma
y algo murmulla,
en su emoción.

Parece que hoy,
será el primer día…

de un eterno amor. 

De Sol Elk

El fulgor,

El fulgor,

de una inocencia
que ya no es tal…

Que no culmine la noche,
tengo mucho por amarte…

El frenesí dejará sus secuelas…

La necesidad desvanecerá lejanías…

La soledad,
no se convertirá en habitual…

Aquí no hay más estrépitos,
es casi el silencio…

Sólo el latir,

de mi corazón enamorado…

De Sol Elk

Ella, la lucha y el amor

Ella, la lucha y el amor

A ella le da felicidad
la alegría de los demás,
y mira al mundo
con ojos de esperanza
sosteniendo una firmeza
que sobrepasa su templanza.
Sus manos hacendosas
pueden hacer,
cualquier actividad laboriosa,
pero también pueden
regalar las más cálidas caricias
llevando a la ternura
a su faceta más gloriosa.
Ella es el pilar que sostiene al hogar
y cura a las heridas
cuando tardan en sanar.
Educa con paciencia
e inquebrantable voluntad
enseñando a ver a la vida
con optimismo y amistad.
Ella es la luz
sobre la penumbra de la duda,
y cruzará océanos, montañas y desiertos
cuando precises de su ayuda.
Ella es la dura madera
del árbol que no podrán derribar
es el centro de la familia,
la que ante las tormentas,
mantiene su más franca sonrisa.
Ella es sinónimo de lucha y sacrificio
porque hace de su amor por los demás
el más generoso de sus oficios.
Ella hace que en el mundo
exista la bondad
porque ella es única,

ella es mamá.

De Sol Elk

El regalo de tu amor

El regalo de tu amor

La lluvia no cesa,
sino que su canto
se hace más y más fuerte
con su infinito coro celestial
de millones de voces,
en líquido cristal.

Quiero sentirme vivo,
navegar en las olas de tu cuerpo
dejar que me invada,
tu esencia de mujer,
que cala en mi alma celosa
pero que te revela
como la oda más hermosa.

Tus notas musicales
están erguidas,
canción perfecta
de contornos sensuales,
siempre me desequilibras la razón
cuando naufrago en tu interior.

Tu cuerpo tiembla
y con mi cuerpo,
que suspira enardecido,
el círculo se cierra,
con el final de un aullido.

La tormenta atrapa a la noche,
y la pasión
nos deja varados
a la medianoche,
¡pero me siento vivo!
porque mi corazón
siente muy hondo tu clamor
y sencillamente,

ese es el regalo de tu amor.

De Sol Elk

Aquella noche…

Aquella noche…

Cuando la piel siente el pánico
que desata la ansiedad,
es porque busca saborear
a tu plenitud como mujer.

Rosa de medianoche
que floreces mis mañanas,
la delicadeza
de un secreto gemido
ilumina ese momento mágico
donde se expresa el éxtasis
destellando,
como un sol de pasión furtiva
encendida,
por las profundas caricias.

La sangre carmesí
ardiendo al rojo vivo,
y tu boca es la culpable
de declararle la guerra
a todos los sentidos de mi carne.

Y así me envuelves en un oasis
en medio de un huracán de amor,
cuando tus labios terminan de esgrimir
mi fatídico placentero final,
con el beso más hambriento,

que he tenido el placer de alimentar. 

De Sol Elk

Deliciosa condena

Deliciosa condena

Celos escondidos,
en frases sin decir,
suena el reloj
marcando la hora,

del hasta luego.

No quiero dejarte ir
indómita fragancia
que me conquistas,
y me haces que tiemble
con templanza,
  
como si no te extrañara.

Y así  me dejo flotando
en la marea de mis deseos,
hechicera,
de embrujos endemoniados,
pero dulcemente angelicales,

a la vez.

Con tu voz retumbando
en mis pensamientos,
diciéndome que eres mía,
corro la cortina,
para mirar la noche
buscando que una estrella,
se inspire;
suspire,

por ti.

Pero la verdad es una sola;
es mucho lo que te extraño
esta noche me haces falta,
¡en mi vida me haces falta!
pues voy a llorarte
corazón que escapas
de mi sangre,

acostumbrada a tu sentir.

¡Sí!  acostumbrada,
a ti, mi musa de mil mareas
y de un millón más,
en sagrados besos
desatando sus tormentas;

amor soberano,
que gobiernas sobre mi piel

y me condenas…

De Sol Elk