Música y velas
Luna nueva,
las estrellas despiertan,
compartimos una copa
de dulces sabores embriagadores.
El aire de la noche
se ensaña con las velas
que llevan consumidas
la mitad de sus vidas.
Una hipnótica melodía
me ordena tomarte,
con urgencia imperante,
de tu cintura,
para llevarte
a donde mi cuerpo circunda.
Mi corazón se precipita,
desvaneciéndose en latidos,
bailamos como locos
sin que importen la penumbras.
La borrachera de este instante
delata las pasiones,
dejando impreso para siempre
tu maquillaje por mi frente
y las caricias en la ropa.
Termina la canción
y empieza otra,
una mucho más profusa en su romance,
nos miramos fijamente,
sólo hay una pícara mueca
que nos convence.
No hay nada que decir,
ambos sabemos el secreto,
ambos sentimos y queremos lo mismo,
somos cómplices,
somos secuaces,
de un delicioso delito.
Tomo tu mano
con mi suavidad más sincera,
no dices nada,
sólo me acompañas
y te entregas entera,
nos retiramos
porque sabemos…
que la habitación espera.