La libertad en las alas

La libertad en las alas

Te admiro

Te admiro

Me gusta admirarte
en el afán de tus quehaceres,
esos mismos que tú te asignaste
y otros tantos que aceptaste.

Eres como la fusión más fina,
más lograda y realizada,
de todas las criaturas aladas
de la tierra.

Tú vuelas altiva
haciendo tus tareas sobre el mar,
sobre desiertos,
selvas y bosques,
entre el viento,
por llanuras, praderas y montañas.

Compartimos hábitos y gustos,
placeres,
paladar
y besos de medianoche.

Tu determinación en la vida
irradia la decisión
de no dejarte abatir jamás
y eres incansable ayudando
a quienes más te necesitan,
a quienes sin pedirlo,
le devuelves la alegría.

Parece que nada te resulta pesado
y aún en lo más tenebroso
encuentras bondad,
te ríes de los dolores
porque entendiste
que estas cansada de llorar.

Tu voluntad de acero nunca más
te permitirá doblegarte
en el camino de tu búsqueda por paz.

Cómo me gusta admirarte,
cuando surcas con tus alas
entre faenas,
rutinas, tristezas y alegrías,
cantando, bailando y soñando,
recibiendo a los días con una sonrisa
porque dices
que cada mañana es la aventura  
de una nueva oportunidad.

Cómo me siento seguro y afortunado
de tenerte a mi lado
porque me brindas el contagio
de tu sabiduría
y las noches de tu cercanía.
Porque me demuestras día a día
que no haces alardes
de tus grandes hazañas
porque tu real modestia
nunca tendrá par,
simplemente…

porque eres especial.

Flor silvestre del desierto

Flor silvestre del desierto

Sereno trance
donde algo tan frágil
como una flor,
soporta heroicamente
el inmenso vértigo de la soledad.

Cuántas veces te sentiste así,
única en el mundo,
incomprendida,
quizás olvidada,
por quienes no valoran tus semillas,
ni quitarán jamás el barro de tus pétalos,
ni el dolor de las astillas.

El viento
como la metáfora de la existencia
te doblará sobre tu tallo,
pero siempre
soportarás arraigada al suelo,
porque tienes esa coherencia innata
que los mamíferos
nunca llegarán a comprender.

Ilusión correspondida,
en donde jamás importará la noche,
porque cada vez
el sol te buscará
con su mirada de vida,
encontrándote perpetua,
siempre erguida y firme
enamorando mariposas con tu néctar.

Flor silvestre
que enfrentas desiertos,
sabia y paciente,
que no conoces el egoísmo,
porque valoras
lo que nadie más valora,
porque aún una sola gota de lluvia
significa todo para ti,
por su importancia y no por su cantidad,
y entregas todo lo que eres,
para que el mundo sea un poco mejor,
y así es tu esencia
y en apariencia
la belleza más perfecta.

Las dos caras de una vida

Las dos caras de una vida

Angelito caído
de los brazos de tu madre,
abandonado a la deriva
de la corriente de la vida.
Tus llantos tan amargos
de pura inocencia recién nacida.
Ni siquiera sabes que sucede,
pero ya te enfrentas
a los designios
que el destino suele sortear.
Angelito con frío,
tus ojitos son ríos.
Angelito sin tu leche materna,
y tu hambre que no espera,
no sentirás solo pena.
Tendrás muchas preguntas,
pero lo que importa es sólo una respuesta.
Angelito huerfanito,
hay un alma buena
que acunará tu corazón
y siempre velará por ti,
para que crezcas sano
y aprendas a defenderte,
para que sepas ser feliz
a pesar de cualquier dramático desliz.
Serás una persona decente
con tu humildad madura
y la voluntad más dura,
para que jamás guardes rencor
y hagas fuerte tu caparazón,
porque tienes a tu madre
que te ama con pasión
porque hoy,
tienes a tu mamá del corazón.

Juntos por la ciudad

Juntos por la ciudad

Abrazados,
surcando peatonales,
donde las personas,
cruzan destinos
con el andar presuroso
de llegar a casa.
Las estrellas de neón
y las lunas en marquesinas
nos dan brillo
en esta noche de paseo,
porque hacemos sólo eso,
estar juntos,
y deambular sin despegarnos, 
pues bailamos,
nuestro propio ritmo al caminar.
La ciudad protesta con bocinazos,
coches que braman  sobre el asfalto,
esquinas tumultuosas
cobran vida al cortar el tránsito.
Se escucha música escapando
de entre las fauces de un local
y me detengo,
quiero recordar este momento con un beso.

Y así la madrugada
nos persigue hasta un bar,
con mesas donde están agazapadas
tantas anécdotas trasnochadas.
Nuestras miradas cómplices
entre cafés y cognac,
estamos entre secretos y susurros,
porque lo que nos decimos
es solo para nuestros oídos
y así hablamos por horas,
moví la silla para estar más cerca
y nos conocimos un poco más.
Largo la lluvia su carrera,
la puerta de madera y de cristal
se abre,
y una señora que vende flores
con su canasta de mimbre
corona nuestra mesa
con una rosa hermosa,
que ahora es sólo tuya
porque siente la atracción de tu esencia.
Amaneció,
sigue lloviendo
pero abrazados
nos aventuramos de nuevo
por estas calles
que para siempre,
guardarán nuestro recuerdo.