La libertad en las alas

La libertad en las alas

Cinco décadas y un sueño cumplido

Cinco décadas y un sueño cumplido

Cuanto aprendí,
cuantas cosas viví,
en estas cinco décadas,
que me pasaron por encima
como pasan rápido
las imágenes
viajando en tren.
Tuve luchas,
y también tuve mis días,
tuve muchos desconsuelos,
y fiestas llenas de algarabía.
Abrigué tiernamente
un gran deseo,
que se hizo esperar.

Mi cabello se torna en canas,
mi piel ya no está firme,
mis piernas no son las mismas,
pero mi corazón alberga
más amor que nunca.

Y así seguí aprendiendo,
conociendo,
sintiendo los golpes de la vida,
¡y cuantas veces lloré!
Pero esta vez,
lloro por felicidad
pues mi vida comienza de nuevo,
y la juventud
me visita,
renaciendo,
mis ganas de amar.
Pasaron cinco décadas
de infortunios y vivencias,
pero hoy aprendí algo hermoso,
algo que me lleva a volar,
y es esta gran alegría
de ser tu papá.

Cuatro paredes y una historia

Cuatro paredes y una historia

Hoy los ojos de la noche
brillan más que nunca.
El viento no se presenta
ni con un suspiro,
las cortinas están estáticas
perfectas, rectas,
adornando
los confines de la ventana.
Esta fresco
la sábana no basta,
pero te tengo
y ese calor alcanza.
Las oraciones acabaron,
la calma,
no convida incertidumbre,
pero los pensamientos
están inquietos
y desvelan al galopar
de los minutos inconscientes,
esperando cortar la paz
con palabras que necesitan decirse,
o quizás es algún pedido
que quiere ser susurrado al oído.
Respiras despacito,
y yo
que intento no hacerlo,
sé que viene una avalancha.

Estás de costado,
sé que me miras,
puedo imaginar tus ojos,
yo miro al techo
con mis pensamientos perdidos,
en lo que hicimos,
en lo que acaba de pasar.
El rico aroma a crema de tus manos
se acerca al semblante de mi cara,
y al fin tus dedos
acarician mi pómulo derecho
y dibujan una curva
hacia mis labios.
El viento despertó,
ahora reaccioné,
ahora siento al reloj de pared
en su cabalgata de segundos,
y te detienes,
dudas,
pero tu dedo encontró mi boca.
Dejo de respirar de nuevo
y se quiebran las sombras del sigilo
al sentir tu sedosa boca,
y el ruido de ese beso afable
que rompe la quietud
de este ensueño dorado
coronando  la noche,
entrecortando,
el calor de tu respirar
cuando me dices
que me amas.

La Damisela

La Damisela

Damisela en peligro,
que convidas tu suerte
a la mar,
y le das sabor a ese néctar,
de un muy justo
deseo,
invitado a gozar.

Damisela en peligro,
aquí hay verdad,
aquí está mi piel,
esperando,
la impaciencia de tu boca,
esa boca,
de labios atrevidos,
labios ardientes,
que empujan
a un dulce beso
a quemar.

Damisela en peligro,
que sueltas tu pelo
en una teátrica
escena sensual;
admiro el coraje aventurero
de tu amor
que busca a este corazón
conquistar.

Damisela en peligro,
mi parte frágil,
lujuriosa estrella mía,
racimo de la fruta más rica
me demostraste;
desde el principio.
que en peligro…

estaba yo. 

Oda a mi alegría

Oda a mi alegría

Intrépida llama de amor
que encendiste mi vida
con tu forma de mujer.

Cuanto has salvado de mi
que creí perdido,
por soledades reinantes
en platónicas relaciones.

Supiste encontrar el camino
hacia mi corazón inerte,
subyugado
a emociones vacías
que imperaban
en cada pálpito,
volviéndolo desquiciado
por no poder sentir,
ni exclamar su necesidad.

Ahora el sol ya no me ilumina
sino tus ojos,
con tu confianza ciega
puesta en mi.

La lujuria derramada
en tu anatomía
que recorro de memoria
y tu cadera que me tiene prisionero,
pero no hay grilletes,
solo este fuerte deseo
de penetrar las ansias.

Ya cerré las puertas equivocadas
y rompí los candados
para dejar entrar a las oportunidades
que me brinda tu llegada a mi vida,
ya no me escondo,
ya no me duele,
ya no me sofoca
esa soledad,
que en mi vida siempre fue adicta
y me empujaba a desesperar.

Ahora canto,
ahora escribo
porque me elevas
entre rayos de bondadosa luz,
de este profundo sentimiento enamorado
que regocija todos mis días
con esta oda

a mi alegría.

La muñeca del silencio

La muñeca del silencio

Dulce muñeca de porcelana
de colores vívidos
y paciencia innata,
que permaneces firme,
impávida,
mientras la vida te pasa.

Hermosa estatuilla
de formas honestas
y costumbres sinceras,
que rompes con lo habitual
de cualquier situación,
eres la pieza más valiosa
de una singular colección.

Figurilla de trazos perfectos
que evocas calma,
sabiduría y quietud,
y  llevas adornado tu cuerpo
con la felicidad de tus afectos.

Imagen silenciosa
creada por manos artesanas
que no pertenecen a este mundo
y que has sido maltratada
por las raspaduras de la vida,
y lo injusto,
de las virtudes repartidas.

Dulce muñeca de porcelana
que no te has de romper,
aunque el mundo
te sea indiferente
porque no puedes hablar
ni escuchar
y te expresas
de manera especial,
cálida muñeca compañera…

yo amo
tu imperfecta humanidad. 

Donde rige la locura

Donde rige la locura

Tu boca me necesita
y acudo presuroso
al hechizo del deseo
y al fervor de un secreto.
Rige ésta pasión,
que obliga a mi piel
el pedir,
de tu amor,
que profana mi carne
con caricias errantes,
perdidas en este momento,
donde siento,
cada impulso de tu respirar,
sobre mis labios
ardidos
por el jugo de tu mar.

Bailas con tu cuerpo
enrojecido,
irritado,
que reclama a mis manos,
el recorrido sensual,
para obligarte a gemir,
para obligarte a danzar,
sin pausa,
con prisa,
con el desenfreno
que estimula…

a la sangre explotar.

Bajo el farol

Bajo un farol

En esta calle
de noches azules
y gentes con prisas,
quiero decirte,
que las peleas sofocan
lo más dulce tu ser,
y que no debes regalar,
sentimientos que brotan
de tu corazón puro
a bufones alfeñiques
que no tienen paladar
para saborear
el jugoso placer
de tu amor maduro.

Me miras fijamente,
nos miramos fijamente,
y es un momento único,
donde el viento
besa este silencio
y nuestros ojos
se hacen tiernamente el amor.

La luz tenue,
amarilla,
de un farol
vislumbra las siluetas
de gastados adoquines
donde pisa la bohemia,
y son testigos
de tu gesto que confiesa,
que sientes algo por mí.

Te sonrojas
y buscas escapar
para perderte
en la intimidad de un llanto,
pero dócilmente,
te tomo de los brazos,
casi al suplicar
que te quedes,
bajo el velo
de este farol confidente,
donde un suspiro corta el aire,
porque antes que te marches
quiero decirte…

que estoy enamorado de ti.